martes, 22 de febrero de 2011

El Prisionero de la Torre

Instalada en el mítico universo chino, esta historia nos trae el fin de una guerra apocalíptica y el triunfo del mal, así como el conflicto entre el Emperador Azul, su pasión por el Emperador Rojo y el amor mortal de un rey capaz de cruzar las fronteras de los dioses y los hombres en pos de una leyenda.

Autores: Kamijou Hiroki, Saint Kala, Raion Noir

Género: Fantasía, Histórico, Romance, Aventura

Capítulo I: Las Preocupaciones del Emperador Azul

El cielo sin sentimientos
abre en mi corazón herida sobre herida
las rosas pierden sus ruiseñores
los jardines enmudecen


"La historia de Senem y Erip" - balada tradicional Uygur.



Cien años habían transcurrido desde que se desatara la guerra en el Palacio de Jade. 


Cien años...


Los poderosos Emperadores Sagrados se disputaron el reino de los Hombres y el mal había vencido. Por eso el mundo estaba sumido en oscuridad y tristeza.


El Emperador Negro, rey del Inframundo, campeón absoluto e indiscutible, era el nuevo señor de los reinos y como representante en la tierra, había colocado a su amante, el joven tirano Wen Xiang Zhou en el poder para regir los destinos de los seres humanos.


A pesar de su crueldad algunos reinos habían logrado prosperar...


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- ¡Mi señor Yushun! ¡Mi señor Yushun! - el criado se alegraba muchísimo de verle pasar por el dintel de la entrada.


El Emperador Azul detuvo sus ojos sobre él sin expresión alguna. Imaginaba que la noticia que tenía tan alborotado al muchacho estaría relacionada con el nuevo intento de fuga de su prisionero.


- ¡Ha tratado de lanzarse por la ventana! ¡Por poco lo logra! ¡Si no hubiera estado aquí el Ministro Fei hubiera sido devorado por la marea! ¡Perdóneme por decírselo de esta forma pero lleva horas así y no se ha calmado! ¡No quiere comer ni beber nada! ¡Está hecho una furia! ¡Dice que nos matará a todos! ¡Oh, amo hable con él para que modifique ese carácter! ¡Ha sido muy ofensivo y rebelde, nadie ya quiere atenderle! 


Por poco y no le toma del brazo para llevarlo por la escalera de caracol hacia la parte más alta. 


Con un gesto cortés, El Emperador Azul, Yushun, tranquilizó al alarmado subalterno y empezó el ascenso por los delicados peldaños de cristal.


La Torre del Mar, era una portentosa construcción resonante y de gran belleza, la prisión perfecta para mantener a la persona que se debatía furiosamente por escapar. Sólo sus gruesos muros y su dura consistencia garantizaban que el poder del joven que se hallaba en el último piso no fuese a destruir su inmensa estructura.


Yushun ansiaba verle, sin embargo sabía cuáles serían las circunstancias de la entrevista.


Era el Emperador un joven alto y delgado de largos cabellos azules y ojos celestes. Su piel muy blanca y su forma de ser fría y reflexiva con pequeños tintes de amabilidad, le había granjeado en otros tiempos el respeto y el amor de su corte. Sin embargo la posición en la que estaba luego de la guerra de los Cien años era harto distinta.


Su traje largo de seda azul con diseños en relieve de los dragones marinos, se agitaba con la brisa venida de la parte superior, y esa no era la única fuerza que emanaba del piso final de la torre.


- ¡No os atrevais a tocarme! ¡Cortaré sus cabezas si me ponen un dedo encima! ¡Y van a ir a decirle a ese bastardo que me deje salir de una buena vez o voy a clavarle esto directo en el corazón! ¡Infames, viles traidores! ¡Todos ustedes vendieron sus almas al mal! ¡Ayudaron al Emperador Negro a gobernar este mundo! ¡No se los perdonaré! ¡No se los perdonaré! ¡Yo, el Emperador Rojo, acabaré con su..!


Enmudeció momentáneamente al ver ingresar a Yushun.


Éste por su parte, no mostró la menor emoción y echó una ojeada a su alrededor.


Los guardias marinos estaban apostados en las dos inmensas ventanas y el ministro Fei tenía el brazo sangrando. El mobiliario estaba destrozado. Vasijas, cuadros y adornos de jade yacían en mil pedazos, regados por toda la habitación. 


Yushun parecía medir la longitud del odio que allíse manifestaba. Luego de eso, su mirada se fijó en el autor del desastre, el adolescente de cabellos intensamente rojos y pupilas grises. 


- Tangyao... basta - dijo con firmeza.


Al sentirse llamado, algo se conmovió dentro del chico, pero sacudiendo la cabeza, dio un salto repentino para atacar a Yushun con el cuchillo que llevaba en la mano. 


- ¡No digas mi nombre!¡Vas a morir, traidor! - gritó hasta que las paredes de la torre respondieron con el eco claro de su propia voz.


Los guardias y el ministro Fei se irguieron para participar, pero Yushun negó levemente. Cuando el joven cayó sobre él encerró con la palma desnuda el filo del arma y lo apretó hasta que su sangre empezó a fluir.


Nadie supo cómo reaccionar.


El prisionero, Tangyao, el Emperador Rojo acababa de amenazar al amo, Azul con un peligroso cuchillo y éste, le había detenido fácilmente con la mano derecha, ajustando hasta hacerse daño a propósito. 


- ¡Qué estás haciendo! - preguntó furioso el Rojo sorprendido y con la otra mano invocó una llamarada para tratar de golpear con ella el rostro de su enemigo.


Yushun no hizo nada más. Sólo dijo sin apresurarse:


- El sol se está poniendo, Tangyao.


Y de manera automática, con la luz naranja del atardecer, el joven prisionero cayó al piso, profundamente dormido.


El ministro Fei y los criados suspiraron aliviados. La fiera, vencida por el hechizo de Yushun, estaba anulada y por fin podrían trabajar reparando el lugar. Por su parte, el Emperador Azul, aún sangrando y sin darle importancia, tomó entre sus brazos a Tangyao y se lo llevó a sus nuevos aposentos para que descansara.


La luna muy redonda y brillante iluminó su recorrido. 


Yushun, en la penumbra, bajó hacia el piso inferior, donde le aguardaba el lecho de sábanas blancas. La cabeza del durmiente se apoyaba sobre su pecho y la respiración caliente, pausada, lánguida, le hacía mucho más placentero el camino.


Lo tendió con cuidado, arropándolo, despejando los cabellos de su rostro y contemplándolo a placer. 


- Tan bello... - susurró deteniendo los dedos en la mejilla.


Como un chispazo apareció la escena del día en que se conocieron en el Reino Celestial. El saludo tan irreverente y fresco que hizo sonreír a los otros reyes, las palabras de Tangyao luego de escuchar la música del mundo divino:


- Me gustaría saber lo que es el amor...


El Emperador Azul no pudo resistir más la tentación de besarlo. Le torturaba estar cerca sin poder tomarlo para sí. Le carcomía el alma. Por eso, cuando la noche caía, se aproximaba devoto al indefenso cuerpo del pelirrojo y se permitía ciertas libertades. En esta ocasión, a la penumbra de la noche, se saciaba devorando sus labios. Sus dedos largos sostenían amorosamente la nuca semiinclinada del prisionero y su carcelero gozaba por fin de la miel viva de su esencia. 


Esta vez, mientras sus manos descubrían la parte superior del traje, sintió algo diferente.


Una lágrima se deslizaba del rostro inconsciente de Tangyao.


Eso lo hizo desistir. 


No podía hacerlo sufrir, no quería hacerlo. 


Abrazó agónico la cintura del joven que le hacía enloquecer y se quedó dormido junto a él.


Antes de que la mañana empezase a clarear, Yushun se deslizó del lecho, no sin antes dar el beso de los buenos días al rojo. Lo sintió más delicioso que el dulce néctar de las flores, con ese sabor podría sobrevivir hasta la siguiente noche, así que guardó a conciencia la memoria del beso y salió de la habitación.


Le esperaba impaciente el Ministro Fei. Acababa de llegar una carta desde el Inframundo, seguramente malas noticias del Emperador Negro.


Yushun lanzó una última ojeada hacia atrás, donde quedaban pocos minutos para que Tangyao despertase. Debido al poderoso hechizo que tenía, no recordaría absolutamente nada de lo ocurrido durante su sueño, para él no existirían los besos apasionados ni los abrazos... sólo el cuchillo y la sangre de su peor enemigo.


"Si lo supieras... me odiarías más de lo que ya me odias..."


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El Ministro Fei extendió el sobre con el sello de armas del reino Negro.


- Mi señor... sé que sería muy osado de mi parte discutirlo... pero no puedo dejar de observar que... el Emperador Rojo... ayer... estuvo... muy extraño. Antes de que llegara la noche, logró reunir poder suficiente como para fabricar una llama carmesí y...


- Ha estado juntando ese poder durante meses, no será molestia por ahora. Gastó demasiada energía intentándolo, tardará bastante en reunir semejante fuerza. No tenemos nada de qué preocuparnos.


- Por supuesto, amo... como usted diga.


Yushun se preguntó si la lágrima que había visto también era el signo de que el poder de Tangyao iba en aumento. ¿Anularía los sellos de protección que él le había puesto? Por haber nacido en los volcanes de fuego puro, era comprensible que su violento poder empezase a aflorar a esa edad. Azul prometió controlarlo y mantenerlo en la torre del Mar a cualquier precio.


Sin embargo las órdenes del Emperador Negro fueron a contrariar sus propósitos.


- ¿Qué dice el mensaje, mi señor? - el Ministro Fei preveía ya las malas nuevas.


- Adamante me pide...


- Es la segunda vez que lo insinúa.


- Esta vez no lo está insinuando, querido Fei. Me ordena ejecutar al Emperador Rojo... en el menor plazo posible. Mientras esté vivo, los sobrevivientes de la nación de los volcanes seguirán teniendo esperanzas... dice que como parte de mi lealtad... debo hacerlo... personalmente.


- ¡Injusto! ¡Cómo osa pedir semejante crueldad! ¡Fuimos sus aliados en la guerra de hace Cien años y nos trata como otra región dominada! ¡Es simplemente...!


- Es el castigo a mi traición.


- No... no, mi señor Yushun. Usted hizo lo mejor que pudo por nuestro pueblo. Pensó en sus súbditos y sacrificó a los humanos con tal de asegurar la sobrevivencia de la gente que ahora puede disfrutar de la paz y tiene asegurado el destino. Yo sé que a usted le hubiera gustado pelear al lado del señor Tangyao y convertirse en el héroe que él deseaba ver... pero actuó como debe comportarse un soberano, anteponiendo el deber a los deseos personales. Si no se hubiera llevado al gobernante rojo, no hubiese sobrevivido todo este tiempo. 


- Y ahora tengo que matarlo... 


- ¿Desobedecerá la orden del Inframundo?


- ...si no lo hago arrasarán el reino marino... y la paz que he tratado de mantener no servirá de nada... pero...


Fei se sorprendió. ¿A pesar de esa perspectiva Yushun dudaba?


- Mi rey...


- Debo encontrar una salida... debe existir... otra forma...


- Usted la conoce... todas las noches viene a verle. Él piensa que se ausenta durante meses, incluso años, no sabe de qué forma le venera y le cuida. Ignora también cuáles son los peligros de dejarle ir al exterior. Si tan sólo...


- No lo comprenderá. No volverá a confiar en mí. Su odio es sincero, voraz, inextinguible... él jamás podrá...


"Amarme... no lo hará"


- Entonces antes de que cumpla la edad requerida para albergar en su cuerpo al espíritu del fuego, séllelo por completo. Borre sus memorias y conviértalo en un espíritu del agua. Podrá tenerlo consigo y el Emperador Negro dará si bendición.


Yushun cerró los puños y luego negó fríamente.


- No le quitaré la libertad de odiarme. Él es quien es... no lo convertiré en la marioneta vacía que responde a mis hechizos. Jamás alteraré sus memorias. ¿Qué diferencia habría entonces entre matarlo y dejarlo vivir? Esa decepción profunda de su mirada... la acepto, porque le pertenece, no podría quitársela, sería como llevarme su alma...


- ¿Qué responderá al rey Adamante?


- Tiempo, ministro Fei... necesito tiempo... hasta nuevo aviso... no habrá contestación.


El de cabellos azules salió y los guardias se inclinaron ante él. Sólo los de la torre sabían que venía siempre por Tangyao y todavía era menor el número de los que sospechaba cuál era el verdadero motivo.


El carro tirado por delfines se detuvo apenas llegó al final del sendero.


Lo alcanzó el criado de la víspera, llevando un pequeño objeto entre sus manos.


- Señor...


- Dime... Pei Pei.


- Esto... ha nacido en los jardines, sin embargo, creo que está muriendo.


Azul recogió el tallo reconociendo de inmediato la naturaleza de la especie.


- ¿Lo hizo él?


- Le vi paseando ayer por la zona, estaba muy triste...


- ¿Eso es todo?


- Es todo... amo.


- Volveré esta noche, tengan cuidado, la luna entra en su fase, los hechizos del mar se vuelven débiles durante este periodo. Cualquier comportamiento extraño debe ser informado con carácter de urgencia, sed diligentes y ya saben que está prohibido herirlo. Deténganlo sin hacerle daño. 


El frío gobernante azul tomó su lugar y pronto los delfines se deslizaron sobre las olas en dirección al este. 


Lejos, en la torre, desde la ventana alcanzó a ver los cabellos rojos agitados por el viento.